A la manera de Nicolás Gómez Dávila

Nada que se colectivice es importante[1].

 

El espíritu debe ser pendenciero o es imitación.

 

Hablar de (o siquiera mencionarlos) tus propios éxitos, no llega a ser de mal gusto, se queda en lo plebe.

 

Dijo Prambarakatanga: “Para mí, ahora que ya entendí, lo trascendental está en los principios básicos: respirar, que es la esencia de la vida, debe hacerse bien; hacer, que es la esencia de la subsistencia, debe ser poco, consciente e importante; pensar, poder pensar, que es la esencia de la libertad, requiere abundante tiempo a tu disposición, o es esclavitud.”

 

Una vez que una injusticia se vuelve ley de la república deben pasar siglos para que los beneficiarios de la misma entiendan que no la merecen.

 

Ras Siglo XXI.

La gente a la que atribuimos grandeza se lo ha ganado por algunas de sus conductas o pensamientos, no por ser perfecta. Por lo tanto, no les defendamos cualidades inexistentes o innecesarias para hacerlas dignas de admiración.[2]

 

[1] Posible plagio

[2] Idea tomada de artículo de Juan Gabriel Vásquez. “Donde Mataron a Gandhi” diario El Tiempo, Bogotá, octubre 25/09, página 25, sección 1.

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